Una vez más acometo el comentario de un remake sin haber visto la película original pero teniendo en cuenta el clásico argumento que dice que cada película debe sostenerse por si misma, me encuentro en la posición ideal para opinar sobre Fright Night sin verme condicionado por la brillantez de la película original o su ausencia.
Fright Night cuena la historia de un chaval que descubre que su vecino es en realidad un terrible vampiro asesino. A contrareloj, el protagonista deberá poner a su madre y novia a salvo, conseguir la ayuda de un supuesto especialista y trazar el arriesgado plan que acabe con su vecino de pesadilla.
La película pertenece a ese género que mezcla comedia con terror y que en este caso sirve para devaluar ambas propuestas de manera que ni hay muchas carcajadas ni muchos sustos. Sólo un poquito de cada.
Lo que más me ha gustado de la película es ese tono a relato clásico modernizado. La trama de la película es similar a tantas otras pelis de vampiros en blanco y negro e incluso el final resuena con los ecos de miles y miles de chupasangres, sus criptas secretas, sus seguidores y sus clásicas debilidades.
Aparte de este efecto melancolía y del tirón mediático de Colin Farrell, Fright Night no tiene mucho que ofrecer, otra sencilla oferta de cine entretenimiento diseñada específicamente para atraer a teenagers varios durante el fin de semana.
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