Prometheus era una de las películas más esperada de este año pues significaba el retorno de Ridley Scott a la franquicia que le dio fama y que cautivó la imaginación de millones de personas: la saga Alien. Por desgracia, ya no estamos en 1979; Ridley no es el mismo Ridley y la industria ha cambiado mucho.
La nave Prometheus es una nave científica de exploración que pertenece a la corporación Weiland, dos científicos que creen haber descubierto uno de los secretos más importantes de la humanidad convencen al Sr. Weiland para que les deje la nave para visitar un planeta donde se supone encontrarán a una especie extraterrestre mucho más avanzada.
La película resulta entretenida y tiene algunas buenas ideas pero enseguida resulta evidente que está llena de lagunas argumentales que probablemente se deban a los mal dirigidos deseos de los dioses del dinero que controlan Hollywood. Aunque la trama principal es relativamente sencilla y lineal, casi todos los detalles que dan forma y cuerpo a esa trama contienen incoherencias entre sí y vacíos que quizá esperen llenar en la hipotética segunda parte. Todos tenemos claro que en una película de Hollywood, los científicos jamás actúan como tales ¿pero es necesario que se comporten como los participantes de un reality?
A pesar de todo, como he dicho, la película resulta entretenida, porque esos realitys no menoscaban ciertas imágenes espectaculares o algunas ideas sorprendentes pero esa falta de coherencia profunda, de consistencia interna... el sacrificio de todas esas cosas en favor de los conceptos más circenses me puede.
En su origen, Prometheus probablemente era un guión interesante pero entonces llegó Hollywood, con su toque corruptor para añadir salsa picante y colorante artificial. Así, la película se convirtió en una amalgama de ideas que no acababan de encajar bien pero que llevarían a suficiente gente al cine.
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