Es ya costumbre para Doctor Who, ofrecer un especial de Navidad con un extra de duración o presupuesto. Este año se ha llamado The Snowmen y giraba alrededor del concepto de nieve telepática que quiere conquistar el mundo. Sí, los argumentos de de Doctor Who suelen ser así de disparatos cuando los resumes en una linea.
Hace ya mucho que escribí el comentario de esta veterana serie de ciencia-ficción pero el tono y estilo ha cambiado muy poco desde entonces y tras varias temporadas, empieza a mostrar señales de desgaste. En The Snowmen, el Doctor está cansado, triste y alejado de su verdadera esencia después de sufrir una gran tragedia personal. Por supuesto, el especial sirve para devolver al Doctor a su estado de ánima más habitual y, sobretodo, presentar quien será su nueva compañera de viajes. El problema reside en que ese patrón de tragedia, solitario retiro y vuelta al ruedo ya ha sucedido y aún parece condenado a repetirse de nuevo en el futuro.
La presencia y descubrimiento de ese patrón quita un poco de magia a la serie pero creo que es un mal inevitable. Doctor Who tiene una serie de elementos ineludibles que limitan enormemente la posible evolución de la serie y que provocan esa sensación de repetición y de haberlo visto antes. Supongo que Moffat y compañía también se han dado cuenta de este problema así que de cara a los nuevos episodios podemos esperar alguna que otra sorpresa.
En fin, pese a todo, los episodios de Doctor Who siguen siendo entretenidos y originales (¡nieve telepática!) así que esa sensación de repetición en los arcos de temporada es un mal menor.
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