El protagonista se llama Hervé, un tipo obsesionado con la higiene, lleno de ascos y vergüenzas. Una mañana se levanta y descubre que todos los seres humanos del mundo ven, oyen y sienten todo lo que él ve, oye y siente. Su vida enseguida da un giro caótico mientras todo el mundo se interesa por él para protegerle, para utilizarle o cosas peores.
Como decía, la exploración de esta premisa no va por los derroteros más previsibles sino que Trondheim imagina los acontecimientos y reacciones más mundanos pero no vanales consiguiendo un efecto díficil de encontrar en otros cómics. Aquí no hay explosiones o intrigas globales sino un tipo que mea con los ojos cerrados para que todo el mundo no le vea el pene.
Las historias que, como ésta, exploran un hecho extraordinario desde la perspectiva más realista y mundana me entusiasman desde hace mucho tiempo y aunque, en general, tiendo a absorver más ficción mainstream que alternativa, Omni-visibilis ha sido una lectura sorprendente y placentera. La pega "positiva" que suelo plantear en estos casos es la de siempre: siendo así de interesante, podría ser más largo.
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