Santiago Valenzuela ganó el premio nacional del cómic 2011 con La Plaza Elíptica, el séptimo tomo de una saga que ha decidido llamar Las Aventuras del Capitán Torrezno. Al enterarme, busqué información sobre el cómic y lo que leí siguió llamando poderosamente mi atención. En el pasado Salón del Cómic de Barcelona, me puse a ojear el volúmen y las increíbles ilustraciones cerraron el trato. Luego, multitud de avatares del destino y la cotidianidad han impedido que lea este cómic hasta hace bien poco. Ahora que la lectura está hecha, doy por seguro que leeré el resto de tomos de esta saga que, en ciertos momentos, maneja los mismos engranajes que la fantástica Canción de Fuego y Hielo.
Las aventuras del Capitán Torrezno suceden en un mundo diminuto circunscrito a un sótano cuadrado con una única apertura al exterior que hace las veces de astro solar. En ese mundo diminuto, un ladrillo puede constituir una ciudad, una mesa provoca un área de sombra sin igual y los insectos se convierten en monturas para los hombres que lo habitan. Este mundo creado por Valenzuela resulta interesante y atractivo al instante pues conjuga elementos ficticios con elementos reales de manera brillante: un mechero es arma de asedio infalible.
Antes de decidirme a comprar el cómic, descubrí que La Plaza Elíptica funcionaba como una especie de reboot o reinicio de la saga del capitán Torrezno pero me temo que eso no es verdad, o a mi no me lo parece. El argumento de este cómic parece beber directamente de los cómics anteriores y en ningún momento se nos explica cómo ni porqué Torrezno, que proviene del titánico mundo real, ha llegado al mundo en el sótano. A primera vista, eso es una putada, como casi todo el mundo, prefiero empezar las historias por el principio. Pero luego, a medida que lees el cómic y pasas de las primeras y un tanto duras páginas, la historia que Valenzuela cuenta te atrapa. Ahora que ya lo he leído, tengo claro que buscaré el resto de volúmenes y empezaré a leer las aventuras del capitán Torrezno desde el principio.
Para acabar, sólo quiero decir que La Plaza Elíptica tiene uno de los dibujos más evocativos y geniales que he visto en mucho tiempo. En general, Valenzuela tiene un estilo muy interesante, claro, detallista y expresivo. Pero cuando le da por marcarse una de esas amplias y casi Escherianas ilustraciones es cuando rompe el molde.
La Plaza Elíptica, con la explosión promocional que es el premio nacional de cómic, se ha convertido en la puerta de entrada, por tardía que sea, a una saga fantástica de gran calibre en la que merece la pena detenerse.
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