Hay una gran empresa que, desde el verano pasado, nos debe a un grupo de amigos el pago de un video corporativo que les hicimos. Tras meses de dar la vara para cobrar, en Noviembre del año pasado recibimos un pagaré. Cuando fui a cobrarlo al banco, me sorprendió que la cajera llamara a la empresa para pedir permiso para entregarme la suma que figuraba en el mentado pagaré. Aún me sorprendió más que la empresa no diera el visto bueno y así, con cara de tonto, me volví a mi casa. La excusa esgrimida fue que estaban pasando por una mala racha y que todavía no nos podían pagar. Sinceramente, me costó creerlo pues la empresa es grande y la suma a cobrar pequeña.
A día de hoy, todavía no hemos podido cobrar ese dinero y el tiempo de las buenas maneras ha pasado. La sensación que nos ha quedado es que esta gran empresa ha querido torearnos. Vieron que eramos gente joven, con poca experiencia en estos turbios asuntos, y pensaron que quizá podrían ahorrarse unos buenos euros.
Todo este proceso, me ha llevado a un punto en el que tengo que ponerme "chungo" con esta empresa y con el hombre que la ha representado en tantas llamadas telefónicas. No es que se trate de una revelación, pero a mí me cuesta ponerme duro en este tipo de asuntos y aún así, quiero y he de hacerlo pues es una postura y actitud a la que uno tiene que acostumbrarse si no quiere ser pisoteado en este mundo nuestro. Así son las cosas.
martes, 29 de marzo de 2011
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