Ya he visto la última y modernizada versión de las aventuras de Tintín para la pantalla. Por si has estado viviendo bajo una piedra te contaré que se trata de una película de animación, realizada con las más avanzadas técnicas de capturas de movimiento y que Steven Spielberg y Peter Jackson actúan como director y productor respectivamente.
Antes de ver la película, me di cuenta de los pocos recuerdos que guardo de los cómics de Tintín. Recuerdo a los personajes principales y algunas de sus historias pero me cuesta mucho visualizar el ritmo y tono que tenían aquellos tebeos míticos aunque puedo hacerme una idea.
El guión, firmado por Moffat, Wright y Cornish, tres ases ingleses en meteórica ascensión, mezcla elementos de tres historias distintas sin que se noten las costuras, al menos, si no eres un ferviente aficionado. Los gags y chistes visuales se suceden continuamente, mayormente protagonizados por el Capitán Haddock, y, en general, de forma bastante acertada. Algunos han criticado la modularidad de la trama que podría esquematizarse en 5 o 6 secuencias muy particulares y características (el barco, perdidos en el mar, perdidos en el desierto, la persecución, etc...) y aunque es cierto que se agradecería unas transiciones más fluidas y orgánicas entre esas secuencias, el problema del cine de Hollywood es que las películas se plantean exactamente así.
Igual que hizo con Indina Jones 4, Spielberg intenta recrear el género de las Aventuras pero parece que ese género inocente e ingenuo ha desaparecido porque tanto IJ4 como Tintín fallan en el intento. Quizá es culpa de la espectacularidad exagerada que parece norma en el cine comercial o quizá es que el cine ha crecido, los tiempos han cambiado y ese género familiar, trepidante y divertido ha evolucionado.
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