Con la película de anteayer todavía fresca, al igual que el artículo que le escribí, ayer por la noche me decidí a ver otra película de artes marciales, pero esta vez, escogí exactamente el tipo de película que quería ver. Chocolate está dirigida por Prachya Pinkaew, director de Ong Bak y El Protector, las dos primeras películas de Tony Jaa. Pinkaew vuelve a hacer más de lo mismo, de hecho se autohomenajea sacándo imágenes de Ong Bak en una televisión, pero esta vez con una chica, Yanin Vismistananda.
El argumento gira alrededor de Zen, una niña autista con la increíble capacidad de aprender cualquier movimiento con increíble rapidez. Su madre, de oscuro pasado, está muy enferma y cuando Moom, amigo de Zen, encuentra un libro con una lista de deudas, ambos se dedican a cobrar esas deudas gracias a las gran talento de Zen para las artes marciales. Obviamente, el argumento en sí es bastante original y todo el asunto del autismo está mucho mejor tratado de lo que me esperaba, lo cual fue una agradable sorpresa.
Pero el meollo del asunto está, por supuesto en las peleas. Aquí, a diferencia de 14 Blades, no usan cables ni ningún otro truco. Las películas de Pinkaew son un homenaje a las proezas físicas y al arte del Muay Thay. Tanto es así que al final de la película, antes de los créditos, hay un pequeño montaje con todos los golpes que se dieron, tanto los sufridores extras como la joven Yanin y ya puedo avanzar que no son pocos. De hecho, en ese pequeño trozo queda patente la increíble profesionalidad y seriedad de estos actores tailandeses de acción que a pesar de haberse abierto la cabeza con un canto, se quedan inmóviles en plano hasta que el director grita corten.
Siempre he sido un enamorado de las acrobacias, artes marciales y demás demostraciones de agilidad y fuerza, por eso disfruto tanto de películas como Chocolate: se mezcla la admiración que siento hacia estos atletas con la envidia de no poder hacerlo yo.
martes, 1 de febrero de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Y tú opinas que...