¡Qué gran título me ha quedado! Este encabezamiento tan rimbombante procede de un momento de desilusión que he tenido. Cuando alguien como yo, que pretende vivir de contar historias, se acerca temeroso a los mundos profesionales donde se puede conseguir esta meta suceden varias cosas. Por supuesto, uno va con la intención de contar sus historias, llenas de sus propias inquietudes, dudas, pasiones y conflictos. Irremediablemente, con excepción de unos pocos afortunados que encuentran a Hada Madrina particular, te encuentras que si quieres vivir de contar historias, tienes que contar historias que la gente quiera pagar por disfrutar. Así aparecen la Creación Independiente o Autoral enfrentada casi diametralmente a la Creación Comercial. Como decía, unos pocos consiguen ganarse la vida con la primera, pero la amplía mayoría sobrevivie de la segunda.
El secreto de la felicidad (en este preciso y concreto apartado) reside en insertar sutilmente tus inquietudes, dudas, pasiones y conflictos en una historia que la gente quiera pagar por disfrutar. De ahí surgen grandes éxitos como Inception, por nombrar una obra reciente.
Por desgracia, dentro del grupo de gente capaz de lograr este secreto de la felicidad, en el que humildemente creo encontrarme, hay unos pocos que consiguen vender su historia al Distribuidor a pesar de no tener Renombre; pero el resto de esta amplia mayoría permanece ignorada, sus mails colgando en el vacío digital y sus historias almacenando polvo.
Otro día, hablaremos del Renombre y el Distribuidor.
jueves, 10 de febrero de 2011
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