¿Os acordáis que hace unos días discutía el asunto de la escalada en las secuelas? Pues en esta cuarta entrega de la saga de los piratas caribeños lo han intentado pero no lo han conseguido. Hay que admitir que no era nada fácil pues la espectacularidad de las dos últimas películas (fácilmente considerables como una sola) era muy alta. En On Strange Tides han substituido al gran pirata pulpo por el famoso Barbanegra, que aunque está interpretado por Ian McShane (Al Swearengen en Deadwood), no es tan impactante ni sorprendente. Su tripulación son zombis pero no están aprovechados en absoluto, en todo caso, mucho menos que los hombres pez de las anteriores. Igual el barco principal, un barco vivo que obedece las órdenes de su capitán hasta a la altura del barco sumergible de las anteriores pero claro, sólo es el barco.
El elemento más y mejor aprovechado de Piratas 4 son las sirenas y su escena principal es sin duda la más intensa de la película que en general es un tanto flojilla. Jack Sparrow sigue siendo tan majete como siempre pero también da la sensación de estar un tanto apagado y me temo que se trata de un asunto de guión, pues le faltan escenas donde Jonhy Depp pueda brillar. Penelope está correcta en su papel de apoyo y las dos nuevas adquisiciones para la trama romántica aburren un poco aunque, al menos, toda esa trama está bien hilvanada en la historia principal: la búsqueda de la fuente de la juventud.
Teniendo en cuenta que las películas de piratas no es que abunden precisamente es una lástima que esta película no aproveche mejor los recursos del género pero imagino que después de tres películas tan seguidas y que funcionan con los mismos mecanismo, es difícil mantener la frescura. Aún así, en parte gracias a Jack y en parte por ser piratas, On Stranger Tides es una película entretenida pero, aviso de navegantes, sigue siendo tan Hollywood como cabía esperar.
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