lunes, 30 de julio de 2012

Rambo 4: no está el horno para bollos

En un ataque de autoflagelación impulsado por la curiosidad y por un estado cerebral típico de domingo, me decidí a ver la cuarta parte de Rambo. Un tiempo atrás, cuando Stallone aún no se había convertido en la figura mediática que es hoy, el bueno de Silvester salió de la pobreza gracias a una peli porno y encontró el éxito con Rocky, una gran película. En aquella época, Sylvester ya disfrutaba interpretando tíos duros y musculosos pero sus películas no eran sólo eso. La primera película de Rambo, llamada First Blood, era más thriller que película de acción y no estaba localizada en ningún país extranjero lleno de carne de cañón con ínfulas tiránicas, sino en los USA donde un veterano de Vietnam no es capaz de encontrar la paz. A pesar de todo, Sly descubrió con esa película su verdadera vocación y desde entonces no ha dejado de hacer películas de acción.
Por desgracia, para cuando llegamos a Rambo 4, el espíritu comercial, la mala influencia de los éxitos de los últimos años y la falta de originalidad y riesgo en Hollywood se superponen para hacer de Rambo 4 una película olvidable y torpe. Para cuando acaba la película, te quedas con la sensación de que has visto un prólogo muy largo y vacío, lleno de sangre, entrañas y miembros cercenados, eso sí. Es una lástima que Sly no decidiera quedarse con aquel estilo sobrio y tristón de Rocky o First Blood, pero qué le vamos hacer, cualquier tiempo pasado fue mejor.

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