lunes, 5 de diciembre de 2011

Bunraku o un cuento de acción

Mezclar el spaguetti western con las películas de samurais no es un alarde de originalidad pues esa combinación ya se ha ejecutado en sus muchas formas: por inspiración (Los 7 samurais - Los 7 magníficos) o directamente por fusión (Sukiyaki Western Django o The Warrior's Way). Bunraku pertenece a este segundo grupo de películas y está muy próxima a Sukiyaki en concepto y estilo.
La historia de Bunraku es sencilla pues no es más que un marco en el que encajar el resto de elementos. Un misterioso cowboy y un honorable samurai llegan a una ciudad controlada por una banda de maleantes al servicio del Leñador, jefe mafioso local, en un mundo en el que tras una terrible guerra, las armas de fuego han sido prohibidas. Gracias al Barman, ambos personajes asaban por encontrarse y unen sus fuerzas para acabar con el Leñador. Como veis, es la clásica historia del forastero(s) que llega para salvar el pueblo del malo de turno.
El resto de elementos que he mencionado antes compone una larga lista de inspiraciones, homenajes y filias varias que el director y guionista Guy Moshe ha querido plasmar en la película y que van desde el curioso e interesante apartado artístico (la ciudad, localizaciones, escenarios y transiciones tienen un look inspirado en el papier-mâché utilizado en el bunraku, un tipo de teatro de marionetas japonés) hasta las muchas y variadas secuencias de acción (¡el plano secuencia del asalto a la prisión con musiquita de videojuego mola!). La cantidad y heterogeneidad de estos elementos hace que algunos de ellos, como la presencia de una supuesta Femme Fatale o algunos diálogos llenos de filosofía barata, se diluyan y pierdan fuerza pero, en general, sirven para componer un cuadro pintoresco que entretiene en casi todas sus escenas.
A Bunraku le faltan varios hervidos para convertirse en una de esas películas de acción cuya calidad es indiscutible incluso entre los detractores del género pero no deja de ser una apuesta interesante y de mayor calidad que la mayoría de chuscos con los que suelen agraciarnos los que se dedican a las películas de acción.

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