martes, 3 de abril de 2012

Game of Thrones S02E01: The North Remembers

Los aficionados a la televisión de calidad están de enhorabuena pues la segunda temporada de Game of Thrones ya está aquí. La espera ha sido larga pero ha valido la pena. Ahora, una vez más, empieza la extraña e inevitable danza de disfrute y espera. Ayer por la noche tuvimos la primera dosis de disfrute y esperaremos hasta el lunes que viene para la siguiente.
El primer episodio de la segunda temporada de Game of Thrones es un capítulo de situación con pocos acontecimientos significativos pero con que se encarga de situar todas las piezas importantes en un tablero que no para de crecer. Al acabar el episodio lamenté esa falta de eventos pero enseguida comprendí que, ante la complejidad intrínseca de esta serie y la aparición de nuevos personajes y localizaciones (con todo lo que eso implica), la función de presentación de este capítulo era fundamental. Lo realmente glorioso es que a pesar de ser un capítulo introductorio con una gran cantidad de puntos por aclarar, sigue teniendo momentos intensos y grandes diálogos. Sin más, vamos al ajo.
El capítulo empieza  con un combate brutal entre Perro y un caballero anónimo y de corta esperanza vital para que, más pronto que tarde, quede claro que GoT sigue siendo GoT y que las apuestas están por las nubes. Enseguida aprendemos que Joffrey, todavía muy cabrón, está celebrando su día del nombre (el cumpleaños) con combates a muerte. Por si no fuera suficiente, ante la aparición de caballero borracho decide condimentar la festividad con una ejecución por ahogamiento en vino. Sólo la dulce Sansa, personaje trágico donde los haya, consigue salvar la vida del caballero gracias a la sutil e inesperada ayuda de Perro. Todavía vestido con armadura y con sus séquito de bárbaros tras él, aparece en escena el gran Tyrion Lannister. Esas sutilezas con las que Tyrion pretende amedrentar a Joffrey y que no se mencionan sino muestran, valen 10 puntos de los gordos. Al igual que ha irrumpido en la fiesta de Joffrey, lo hace en el Consejo y la reacción de Cersei, "¡Todos fuera!", es perfecta. Por suerte, los intercambios de cuchilladas entre los hermanos Lannister va a ser una constante durante un tiempo y eso implica "winning" para nosotros los espectadores.
En Invernalia, Bran tiene que aguantar las quejas de sus súbditos en una escena que no aporta mucho pues ya sabíamos de la anterior temporada que la parte burocrática no es de su gusto. Supongo que había que establecer cual es su situación en esta temporada. Mucho más interesante es el sueño donde Bran habita el cuerpo de su huargo que se asoma a beber en el estanque donde, en la escena siguiente, será él quien se asome. Allí junto al estanque, Osha anuncia que, a pesar de las habladurías, el cometa rojo sólo puede significar una cosa: dragones.
Bajo el mismo cometa pero muy muy lejos, el khalasar de Daenerys se muere de hambre y sed mientras recorren el terrible Desierto Rojo. Aunque el presupuesto limitado de la serie no nos permita disfrutar de impresionantes planos con los tres dragones haciendo cabriolas, el dragoncillo que nos muestran está genial y transmite muy bien la fragilidad de los pequeños retoños de dragón. Dany, por supuesto, no va a dejar que le roben sus ladrones así que manda a sus jinetes más fieles a explorar. Me ha extrañado un poco ese momento íntimo de Dany con Rakharo, justo después de otro momento íntimo con Jorah. En fin, Dany no tenía mucho que hacer en este episodio así que, además de establecer su precaria posición, le han dado unas líneas de diálogo donde mostrar las reforzadas lealtades de sus seguidores.
Usando de nuevo el cometa como vínculo entre las diferentes partes de la trama, "The North Remembers" nos lleva más allá del Muro junto a la Guardia Negra. Tras reencontrarnos con Sam, Jon, el Lord Comandante y otros guardias, nos presentan a un nuevo personaje, tan cruel y vicioso como el que más: Craster, que se casa con sus hijas para engendrar algunas más. Primer episodio de la temporada = nueva relación incestuosa. ¡Suma y sigue! El Sr. Cosmo vuelve a estar inmenso como Lord Comandante.
Por fin, llegamos a la nueva localización que los fantásticos créditos han presentado: Dragonstone. Por desgracia, ni los créditos ni la secuencia consiguen transmitir al espectador la grandiosidad de la fortaleza que tan meridiana quedaba en las novelas. Dragonstone es una fortaleza con forma de dragón, repleta de esculturas y formas draconianas por doquier. En fin, no se puede tener todo. De hecho, esta secuencia es una de las más turbias por la gran cantidad de elementos desconocidos que la pueblan y que pueden confundir al espectador que no haya leído las novelas. En la playa, Stannis (hermano de Robert y Renly Baratheon), Melissandre (sacerdotisa de una religión monoteista) y algunos súbditos del primero, contemplan como las esculturas de los 7 dioses arden junto al mar. Sólo el maestre de Stannis se enfrenta a Melissandre y ya vemos como acaba. Todo este juego religioso puede ser la gota proverbial en un conjunto tan masificado como GoT pero imagino que ampliarán este asunto en capítuos posteriores. Ya dentro de la fortaleza, nos presentan a Stannis mediante la corrección de algunos detalles en una declaración que le señala como legítimo heredero de Robert. Esta secuencia es sensacional y el final, donde Melisandre bebe de la copa envenenada con total tranquilidad es la guinda.
El siguiente momento estelar está protagonizado por Viento Gris, el lobo de Robb que, tras unas cuchilladas dialécticas entre éste y Jaime, se ocupa de meter el miedo en el cuerpo del Lannister. La falta de huargos durante la primera temporada fue una de las pocas quejas de los aficionados así que la presencia y gruñidos de Viento Gris en este primer episodio es una buena señal. El huardo está  claramente realizado en CGI pero, en mi humilde opinión, da el pego. Además del nivel de molonismo de los huargos, también aprendemos que Robb pretende conseguir la ayuda de los Greyjoy gracias a Theon y de Renly gracias a Catelyn. La estrategia de Robb queda perfilada pero qué pasa con la de sus enemigos? La falta de barcos a la que alude Davos, el caballero súbdito de Stannis, en la secuencia anterior no es respondida y en este episodio tampoco nos enteraremos de los planes de Tywin... Todo llegará, espero.
De vuelta en King's Landing, nos enteramos de que, a pesar de los avisos de su padre en la temporada anterior, Tyrion se ha traído a Shae consigo. Luego, en otro intercambio de envenenadísimos dardos, Cersei decide demostrar a Meñique lo que es el poder. Otra gran escena que mejora más si cabe al ponerla junto al momento IKEA de Joffrey con la sala del trono. Parece que los incestuosos rumores han llegado hasta el rey (no sé quién habrá tenido las pelotas de contárselos) e, insultante como pocos, decide preguntar a su madre que le suelta un buen bofetón. Los sutiles cambios en las expresiones de los dos valen su peso en oro: Cersei teme haber perdido el control sobre su vil retoño mientras Joffrey sufre las inseguridades y la falta de amor que le rodean. 100% HBO awesomeness.
El clímax del episodio llega en un burdel donde Ros sigue medrando pero esta vez no se trata de sexposition sino de infanticidio, que después de todo lo demás, ya tocaba. Poniéndose en plan Herodes, Cersei o Joffrey (no queda del todo claro cual de los dos aunque yo me decanto por Cersei) han ordenado la ejecución de todos los hijos bastardos del antiguo rey. Así llegamos hasta Gendry, el herrero bastardo que junto a Arya, Yoren y otros, viajan hacia el norte. Sólo nos dan una pizca de Arya, lo justo para recordar cual es su situación y aún así, ya me alegré de verla en pantalla.
Y así acaba el primer episodio de la segunda temporada de Game of Thrones. Espero que lo hayan disfrutado como yo y recordad que ésto son sólo los prolegómenos a más, mucho más.

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