En un estadio, cuando el delantero chuta y el balón no entra de milagro, todo el público corea un lastimero "Uuuuuyyyy". Pasa lo mismo en miles de salones y comedores a lo largo y ancho del planeta cuando una historia no llega donde debería y esto es lo que ha pasado con Sherlock. La semana pasada, comenté el primer episodio de esta miniserie de tres y ayer pude ver el segundo. Por desgracia, este segundo capítulo no está a la altura del primero.
Para empezar, los personajes pierden ímpetu y personalidad, los pequeños demonios de Sherlock no aparecen por ningún lado y el pobre Watson se convierte en un títere que aparece en escena para dar la contrapartida humorística. Además, la trama, aunque tenía algunos puntos interesantes, no es tan atractiva como para llenar los 90 minutos que dura el episodio. Tantos minutos se podrían haber usado para dar un poco de aire a el caso principal y iluminar los rincones oscuros de estos personajes.
En fin, tampoco se trata del peor episodio de la historia de la televisión, pero "A study in pink" prometía mucho más de lo que "The Blind Banker" nos ha dado y eso siempre es una lástima. Habrá que ver qué pasa con la tercera y última parte además de seguir las noticias en busca de la posible renovación de Sherlock.
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