The Walking Dead, la mejor y única serie de zombis del panorama televisivo yanqui ha vuelto. Tras un pre-temporada tumultuosa que acabó con el abandono de Frank Darabont como director del proyecto, ayer se estrenó la segunda temporada con un episodio extendido que sigue exactamente dónde lo dejó la finale pasada. Rick y el grupo de supervivientes abandonan Atlanta en dirección a Fort Branning con la esperanza de que allí puedan encontrar refugio. Como no podía ser de otra manera, enseguida se encuentran el primer obstáculo en forma de carretera bloqueada más una manada de zombis.
Esta nueva temporada no augura cambios significativos a pesar de la despedida de Darabont, padre fundador. Los recursos y mecánicas de esta segunda premiere son básicamente los mismos que la temporada anterior y aunque eso es más que suficiente para mantener entretenidos y enganchados a millones de espectadores, yo incluido, no pierdo la esperanza en ese paso siguiente que podría convertir a The Walking Dead en una serie referencia. En mi humilde opinión y para variar, ese salto cualitativo se daría con unos guiones un poco más elaborados y libres, que exploren las personalidades de los personajes y los cambios que el holocausto final provocan. Puestos a pedir, también me gustaría ver un estilo de realización un pelín más cinematográfico y más personal: planos más amplios y composiciones más elaboradas.
Como en la temporada pasada, el trabajo de actores y maquilladores siguuen siendo los elementos más significativos en el apocalipsis zombi. En cuanto los guionistas ofrecen la posibilidad de lucirse en una escena de alto contenido dramático, los actores se calzan su botas de interpretar y siempre están a la altura con actuaciones sutiles pero potentes. Por otro lado, los efectos de maquillaje siguen a un nivel de excelencia altísimo y los zombis son más crudos, reales y terroríficos que nunca.
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opino que la madre de ricky sale muy guapa
ResponderEliminarPreciosa.
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