miércoles, 21 de julio de 2010

Mis historias: Eres suyo

"Eres suyo", como muchos otros de mis relatos es en gran parte un experimento literario. Muchos de mis experimentos literarios, como ya sabrán los que hayan leído "Cuerpo", giran alrededor de la voz de las cosas que no hablan y en este relato también hay un poco de eso. No es un relato fácil, pero espero que os guste.

Eres Suyo

Es de noche. La playa está desierta, sólo una pequeña hoguera de maderos y tablas brilla en la oscuridad. Ana tiene las estrellas en los ojos. Un fulgor rojizo tambalea sobre las sonrisas de sus amigos. Se pasan unas botellas y ríen. Es un día para recordar viejas hazañas. María se va lejos. El humo perfuma sus almas. Nico toca la guitarra, y la luna empieza a cantar con la dulce voz de Ana. Se miran a los ojos, brillantes. La música trae la nostalgia. Ana y María se acercan a la orilla y todos nadan sobre las olas. La negrura les acoge. El frío los acuna y tiemblan sus corazones. Juegan como si debieran ser hombres. Se cogen y se abrazan. El ron y la marea se llevan los miedos.

La nada se mueve. La oscuridad se retuerce. Todo me empuja a algún lugar. Siento que se acaba. Me libero de aquello que me agarraba por dentro, se disuelve, desaparece. Creo que veo algo. Hay luz, me estoy acercando. Está gritando. Jamás la había sentido así, todo tiembla. Grita mucho. La luz cada vez brilla con más intensidad. Es muy hermosa. Lo que no es mío ya no está. ¿La oscuridad grita porque me voy? Me acerco, no me muevo. ¿Qué debe existir en algo tan brillante? Me pregunto si sabré ser. Desaparece para siempre mi angustia. La luz me inunda, me limpia y no puedo ver nada. Tengo miedo. Se acaba.

El amanecer empieza a desnudarse. Ellos están sentados en la arena viendo el alba igual que vieron el ocaso. La hoguera ya se ha apagado y el mar está en calma. La espuma acaricia la arena blanca. Todo está bañado de ese suave naranja. El sol anuncia la marcha de María y todos hablan de sus viajes. Lentamente se levantan y se sacuden la arena de toda la noche. Los primeros madrugadores ya recorren el paseo. Ana no puede dejar de mirar el mar. Ya no pisan arena y la noche se acaba. Las farolas de la calle se han apagado. María se despide de todos; hasta pronto y escribidme. Ana la abraza con fuerza y cuando está lejos le grita que hasta pronto. Se quedan sentados en un banco apurando el momento de volver a casa con un último cigarrillo.

Siento que ya existo totalmente. Rodeado de tibieza y negrura. Ahora puedo tocar la oscuridad que me rodea, sentirla. Estoy aquí. Y es como yo. Soy yo, dentro de mí mismo. Es suave y blanda. Ya no estoy solo. Hay algo fuera de mí. No sé qué es. No alcanzo. No es mi dolor. Mi perversidad sigue en mi interior. Manchándome. Temo que esa amargura me consuma y no pueda seguir siendo ahora que no estoy solo. ¿Hasta cuando seré?

Ana vuelve a casa con el sol. Siempre vuelve sola. La ciudad aún no se ha despertado y todo está durmiendo. Piensa en María y en cuándo volverá. La calle está sucia y olvidada. Ana nunca quiso vivir aquí. Bloques que parecen cárceles. Todo lleno de basura. Gris y maloliente. Pero siempre me perdonaba. Ya le falta poco para llegar a casa. Apenas un par de bloques. Dos calles más. Sólo dos calles. Un hombre sale de una esquina. Ana, bostezando, choca con él. Huele mal. Basura. El hombre le agarra y le pega en la cara. Con una mano grande y mugrienta le tapa la boca. Ana quiere gritar. Todas las persianas bajadas, todas las puertas cerradas y nadie en la calle. Vuelve a pegarle. Vuelve a pegarle. Vuelve a pegarle. Las lágrimas se ensucian. Piensa que una montaña de cartones será su tumba. El hombre le rompe la camiseta. Le arranca el sujetador. Desgarra los pantalones. Ana no puede gritar.

Todo está oscuro y tranquilo. No hay nada a mi alrededor. Pero hay algo dentro que no es mío. Que muerde lo que soy. Algo negro. Afilado y perverso. No puedo olvidarlo. Está en mi interior. Odio. Mío y ajeno. Sólo eso me acompaña. Quiero que se vaya. Siento ese nudo en mí, atrapándome. Pero existo. Retorcido. Esperanza en la negrura.

Ana estuvo una semana en el hospital. Habló con médicos y psicólogos. Pero no se dejó convencer. Dijo que eras sangre de su sangre, que ella era más fuerte. Hablé con ella pero no sirvió de nada. No quería abortar. “Es mío” repetía una y otra vez. Estabas en su interior. “Es mío, es mío, mío”. Lloraba mucho y se agarraba la barriga. Decía que limpiaría todo el dolor. La rabia desaparecería. Y estarías con ella. “Es todo mío. Ni la angustia ni el dolor puede arrebatármelo. Es mío” Eso dice siempre, que eres suyo.

Existo. No hay donde, ni cuando. No hay nada. Yo existo. Algo empieza conmigo. En mí. Dentro. Más oscuro que la oscuridad en que estoy. No soy yo. Un extraño dentro de mí. Existo y tengo angustia y dolor. Tengo miedo. Es el principio.

2 comentarios:

  1. escueto, tajante y repleto de frases enrevesadamente sencillas como:
    "Creo que veo algo. Hay luz, me estoy acercando. Está gritando. Jamás la había sentido así, todo tiembla. Grita mucho. La luz cada vez brilla con más intensidad. Es muy hermosa. Lo que no es mío ya no está. ¿La oscuridad grita porque me voy? Me acerco, no me muevo. ¿Qué debe existir en algo tan brillante? Me pregunto si sabré ser. "

    ese fragmento me encanta, es extrañísimo.
    resumiría todo el relato en ese fragmento. :)

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