La Ilusión de Overlain es otro gran cómic de Luis Durán; no es que se trate de una experiencia religiosa ni de un relato de proporciones épicas, sino más bien todo lo contrario, se trata de un pequeño cuento, amable y simpático. La Ilusión de Overlain sigue a Vincent que tras visitar a su padre, es convencido para hacer un viaje a África. El relato principal es interrumpido por breves interludios poéticos en los que Durán comparte cuentos de dos frases, cuentos primitivos que expanden las fronteras del relato. Luego, como si fuera en un sidecar, junto a la trama principal y esperando llegar al mismo destino, observamos a la hija del protagonista que tiene un curioso amigo imaginario. Este amigo preocupa a Vincent que casi incoscientemente espera encontrar algunas respuestas en su viaje a África pero sólo encuentra más preguntas. La Ilusión del Overlain trata también sobre las palabras, las historias y la imaginación, conceptos familiares y unidos sin remedio.
A pesar de la profundidad lírica de este cómic, Durán imprime un punto de misterio en el que no sabes qué esperar de los personajes y otra pizca de comedia para hacer más ligera su cabe su lectura. Por otra parte, Durán mantiene su particular estilo en el dibujo que, para variar, encaja a la perfección con la historia que nos cuenta. En fin, como dice la crítica de Zona Negativa, La Ilusión de Overlain, y la mayoría de obras de Luis Durán, es un cómic con multitud de guiños, de elementos sutiles, de pequeños temas que el lector recoge, reúne y acomoda en su cabeza a su manera para disfrutar como un niño de los muchos cuentos hasta que el cielo se toca con la tierra.
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Éste cómic me abrió las puertas al mundo maravilloso de Durán, leí todo lo que encontré en la Biblioteca de Barceloneta - La Fraternitat. Abrir la tapa de uno de sus libros es entrar en un mundo maravilloso, diferente a todo lo conocido.
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