lunes, 7 de noviembre de 2011

Punta Escarlata: Intenciones desvaídas

La ausencia de esta serie de los lugares comunes en mis cibernéticas rondas de vigilancia y la falta de gancho han conseguido establecer un nuevo récord en la serie que he tardado más en acabar en relación a su número de episodios. Punta Escarlata se compone de 9 episodios que narran las peripecias de dos policías nacionales que investigan las muertes de unas jóvenes en un pequeño pueblo costero. A primeros de setiembre empecé a verla y he tardado dos meses en acabarla.
Si leéis mis primeras impresiones veréis que aunque no había razones para exaltarse, en general, Punta Escarlata cumplía más o menos con decencia en todos los campos primordiales. Lamentablemente, mis impresiones finales deberían bajarle un punto o dos la nota final si me dedicara a eso en este blog.
A pesar de la estabilidad de las cuestiones técnicas y artísticas, la trama, parte fundamental de esta serie de misterio, se ha ido llenando de agujeros e incoherencias que ha ido restando enteros al resultado final: personajes cuyas acciones son inexplicables, giros retorcidos y gratuito, saltos en el hilo de la investigación, etcétera, relaciones injustificadas... Al final, la potencia que podía tener un Twin Peaks a la española se ha quedado a medio camino y ha ido desapareciendo poco a poco.
La serie ha tenido un éxito moderado como era de esperar así que finalmente no supone ni un gran adelanto ni otra excusa para que los productores no inviertan en ficción para televisión. A pesar de la copia, plagio, homenaje de una escena mítica de The Wire, Punta Escarlata ha pasado por nuestros televisores sin mucha pompa y así es como se va.

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