¿Porqué habrá muerto el Sol?
Se levanta el día legañoso y cansado. Nubes blancas y grises surcan el cielo azul. Hace un momento se vio brillar demasiado débilmente la última luz de la noche. La brisa de la madrugada hace temblar a los primeros en levantarse, que esperan el calor de la mañana. Lentamente, como si fuese un viejo engranaje, el mundo, perfectamente sincronizado, se pone en marcha de nuevo. Hombres y mujeres empiezan a salir de sus casas y se dirigen en grandes oleadas de carne y hueso al lugar de costumbre. Todos los animales sobre la tierra bostezan, se desperezan y, como hicieron la mañana anterior, se preparan para afrontar, cara a cara, otro día más.
Pero no es otro día más. Al medio día, cuando el estómago empieza a aguijonear por el hambre, el Sol se apagó. Clara y sencillamente se apagó. No hubo grandes resplandores como en las series de ciencia-ficción. Simplemente se apagó. Sus lenguas de fuego se extinguieron y su luz amarilla llena de vida dejó de brillar; se convirtió en una gran roca negra en medio del espacio. En ese momento todos los recién nacidos del mundo se pusieron a llorar mientras sus padres, igual que el resto de adultos del mundo, miraban incrédulos al cielo. Ahora la tierra está a oscuras y hace frío. Aunque lo intenta, la luz eléctrica no puede substituir al padre Sol y lentamente todas las plantas están muriendo. Las ciudades se han llenado de enormes abrigos que humean vapor como si fuesen chimeneas y de enjambres de animales que buscan desesperadamente el calor que proporciona la civilización. Si vas al campo puedes ver brillar todas y cada una de las estrellas del cielo compitiendo con las farolas de las ciudades. Es precioso ver las estrellas tan vigorosas pero ya no hay Luna para los enamorados. Como la eterna acompañante del Sol que era, Selene ha muerto junto al Sol. Como él, ahora es una roca fría. Los lobos siguen aullando al cielo estrellado, pero la Luna ya no está.
Alrededor del mundo, los supervivientes buscan la manera de vivir. Intentan que la vida salga flote al precio que sea. Los tristes han perdido la esperanza. “Ya no hay luz…” dicen. Pero la gran mayoría se hace la misma pregunta: “Porqué habrá muerto el Sol?” En todos los países del mundo, la gente se hace esta pregunta. Es estúpido gastar energía en encontrar la respuesta, porque no te va a devolver al Sol. Sí, es estúpido, pero todo el mundo se lo pregunta. Científicos, filósofos, matemáticos, bomberos, amas de casa, obreros… todos se hacen la misma pregunta sin respuesta. Y además hay un hecho que se repite por todo el globo. Millones y millones de gente dicen ser los culpables de la muerte del Sol.
Todos empiezan a confesar sus pecados y sus errores y afirman entre sollozos que lo que hicieron mató al Sol. Los políticos hicieron públicos todos sus trapos sucios ante los ciudadanos. Como si fueran niños pequeños dijeron que no deberían haberlo hecho pero que estaban muy arrepentidos. Miles de maridos por todo el mundo se arrodillaron ante sus mujeres y les pidieron perdón por años de insultos y golpes. Los banqueros donaron todo el dinero negro que habían robado durante toda su carrera a asociaciones benéficas. Admitieron que eso no le devolvería la vida al Sol pero que era lo único que podían hacer. Los jóvenes reconocieron ante sus parejas todas las infidelidades. Montones de hombres desconocidos se acercaron a las comisarias para entregarse, sus asesinatos habían provocado la muerte del Sol y estaban preparados para recibir su castigo. Los niños pequeños prometieron a sus mamás no volver a decir ninguna mentira ni a coger ninguna galleta más del bote de cristal, pero eso no solucionaba nada. Hubo un hombre que llorando aseguraba que todo era su culpa, que había perdido sus sueños, que los había olvidado y que se había convertido en un hombre gris, y que por todo eso, el Sol se había suicidado. Un famoso escritor de best-sellers se acercó a la puerta de un escritor amateur y le entregó un maletín lleno de dinero. Era lo único que podía hacer por haberle robado una de sus novelas, pero el pobre hombre dijo que no lo quería, que él hacía años que había perdido la fuerza para luchar por su objetivo, la publicación y que por su culpa había muerto el Sol.
Como todos estos, millones confesaron sus crímenes y sus debilidades. ¿Pero qué es lo que verdaderamente mató al Sol? Yo sé cual fue mi falta y mi condena, pero la pregunta es: ¿Qué hiciste tú?
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