Antes de nada, tengo que aclarar que, a pesar de haber leído varias buenas críticas, no he tenido el placer de leer la obra original en la que se basa esta película de Edgar Wright, pero aún así la he disfrutado muchísimo. Edgar Wright es el director de Shaun of the Dead y Hot Fuzz, dos pedazo de películas en las que la comedia se mezcla con el terror en la primera y con el cine de acción en la segunda, así que el hombre tiene tablas. El protagonista es Michael Cera y a pesar de que sus personajes siempre tienen una personalidad similar, para el papel de Scott Pilgrim lo clava.
Scott Pilgrim es básicamente una historia de amor. Scott se enamora de Ramona Flowers desde el momento en que sueña con ella antes de conocerla. Por desgracia, si quiere salir con ella, antes tendrá que derrotar a sus 7 ex-novios malvados en combates al más puro estilo anime. Obviamente el argumento es surrealista pero esa mezcla entre realismo y fantasia cuaja perfectamente en este relato. Scott Pilgrim contiene muchísimas referencias sobre videojuegos, música y cultura adolescente en general, pero tanto las referencias como los gags están tratados con elegancia y un ritmo perfecto.
A mí, lo que más me ha sorprendido es su originalidad basada en la endiablada mezcla de elementos aparentemente lejanos: el mundo de la música, los rollos adolescentes, las peleas y escenas de acción, las referencias a los videojuegos y los gags surrealistas son parte de un todo sorprendentemente coherente, entretenido y muy divertido; y éso es mérito de Bryan Lee O'Malley quien supo escribir un cómic original y refrescante. Scott Pilgrim no es una película sesuda sino una agradable manera de pasar un buen rato.
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